No te pido que me resguardes de este frío que asola mi particular invierno, solo que, al menos, cojas mi mano y me devuelvas ese cariño que me arrancaste, al tirar mi corazón de la cornisa de tu mirada.
Que vuelvas a dejar mis sonrisas en su sitio, y a llenar el vacío que rigen mis andares. No hace falta que pegues lo destrozado, pero no sobra que te diga que no toques nada mas cuando vuelvas y te vayas, entre el susurro del viento.
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